El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se conmemora anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres a nivel mundial, reclamando políticas en todos los países para lograr su erradicación efectiva.
Ocurre que muchas veces olvidamos que las mujeres constituyen el 51% de la población mundial y que el grado de violencia y desigualdad a pesar de no ser comparable en todos los puntos geográficos, si afecta a toda la población a nivel mundial. Por dar un ejemplo, la feminización de la pobreza o el matrimonio infantil, entre otras, son problemáticas relacionadas con la violencia estructural y cultural hacia la mujer en diversos países; pudiendo ser una vía de escape la migración que provoca consecuencias en los países de acogida.
Esta reivindicación surge en Latinoamérica en 1981, en conmemoración a la fecha en la que fueron asesinadas las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa).
En 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas la reconoce entendiendo por violencia contra la mujer a «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada». Desde ese momento se procura que los gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales convoquen acciones y actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública sobre este tema.
Son multitud de países los que promueven desde asociaciones, colegios, gobiernos e incluso empresas privadas campañas de sensibilización que poco a poco a han puesto en el candelero esta problematica.
La violencia contra las mujeres se ha convertido en un problema estructural global. Su origen se encuentra en la falta de equidad en las relaciones entre hombres y mujeres en diferentes ámbitos y en la discriminación persistente hacia las mujeres. Se trata de un problema social presente tanto en el ámbito doméstico como en el público, en diferentes vertientes: física, sexual, psicológica, económica, cultural y otras, y afecta a las mujeres desde el nacimiento hasta la edad avanzada. No está confinada a una cultura, región o país específico, ni tampoco a grupos específicos de mujeres en la sociedad.
Desde los distintos puntos geográficos donde la plataforma esta representada comprobamos que, si bien el grado de esta violencia es diferente según la sociedad, es un problema afincado en todas las comunidades siendo preocupante el avance actual entre las personas jóvenes. Muchas veces este tipo de violencia es la causa principal de adicciones o problemas de salud mental en mujeres de todas las latitudes y aunque los gobiernos se afanen en prevenirla la acción sigue siendo insuficiente.
Entre las claves para luchar contra la violencia hacia las mujeres y avanzar en la prevención, están la educación y una respuesta adecuada de la justicia que evite la impunidad. Alcanzar la equidad de género pasa necesariamente por «transformar las reglas sociales» y los roles que subordinan a la mujer, según la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Luiza Carvalho.
La forma más común de violencia experimentada por las mujeres a nivel mundial es la violencia física infligida por una pareja íntima, lo que incluye mujeres golpeadas, obligadas a tener relaciones sexuales o víctimas de alguna otra forma de abuso. Entre las formas cotidianas de violencia contra las mujeres —denuncia la ONU— se encuentran también, entre otros, el tráfico de mujeres, la mutilación genital femenina, el asesinato por causa de la dote, el "homicidio por honor" y la violencia sexual en los conflictos.
Hasta el 70 por ciento de las mujeres experimentan violencia en el transcurso de su vida.
Por otro lado, todavía muchos países tienen legislaciones precarias contra la violencia de género, debido a que su abordaje a través de las políticas públicas no es transversal y es sin duda insuficiente. Junto con diferencias culturales, la forma en que las inequidades de género se producen está relacionada con las posibilidades que brindan los sistemas políticos, económicos, sanitarios y de seguridad social en cada país para el desarrollo de sus ciudadanos. En este sentido, el orden social, el funcionamiento jurídico, institucional, las políticas y los programas pueden contribuir a una mayor igualdad o mantener e incluso profundizar y construir nuevas desigualdades.
La ausencia de ciertas políticas indica que el Estado no se está haciendo cargo de las desigualdades de género existentes, lo que se manifiesta en distintos sectores de la vida social.
Por todo lo expuesto, hemos decidido desde la Plataforma aunar fuerzas y empezar a visibilizar esta problemática realizando una obra colectiva de arte, sin protagonismos pero con convicción.
Y ahora......¡¡¡¡¡ Lentes fotográficas a funcionar!!!!!
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